Los Espejos |
Un hombre muy pagado de sí mismo
hizo recubrir de espejos todas las paredes y el techo de su habitación y a
menudo se encerraba en ella a contemplar su imagen.
Una mañana abandonó la estancia
sin cerrar la puerta y su perro se coló dentro. Al ver a otros perros se puso a
ladrar y a amenazarlos; ellos le ladraron y amenazaron y se abalanzó sobre
ellos. El combate fue terrible: ¡las batallas contra uno mismo son las más
feroces! El perro murió extenuado.
El mundo es tan neutro como los
espejos; él nos devuelve lo que nosotros le damos. En cada ser y en cada
instante, dichoso, fácil o difícil, no vemos ni a la gente ni el mundo, sino
sólo nuestra imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario