lunes, 10 de enero de 2011

EL PÁJARO NECIO Y EL PAJARILLO LISTO

En una ocasión me hallaba en un gran salón amplio de tierra caliente, de esos que los muros llegan a tan solo un metro de alto y el techo en arco es sostenido por grandes columnas, con un cristal de columna a columna tapando la parte arqueada del techo. Dejando un gran espacio libre bajo la viga.

 

Por azares de la vida, entraron allí dos pajaritos, uno mas grande que el otro. El pájaro grande se veía claramente que era el líder, puesto que el otro le seguía a donde iba. Una vez dentro del arco, el pájaro grande quiso salir atravesando el cristal, el golpe fue seco y fuerte, intentó atravesarlo insistentemente, al no poder se giró y voló hasta la contraparte del techo, estrellándose nuevamente con el cristal al otro lado. El pajarillo pequeño parecía que le echaba porras y también intentaba atravesar el cristal de vez en cuando.

 

Luego de estar media hora en esas, volando de cristal a cristal y descansar algunos minutos. El pajarillo tuvo la gran idea de descender y atravesar las columnas por donde no había mas que espacio libre. Regresó a mostrarle al pájaro la salida, pero este otro, se hallaba muy ocupado tratando de romper el cristal.

 

El pajarillo insistía una y otra vez, cantando cada vez mas fuerte, parecía que le gritaba al grande que esa no era la salida, descendía y se volvía a poner a la altura del pájaro, se le interponía en el camino, cuando el pájaro volaba de un cristal al otro; intentaba por todos los medios a su alcance que la salida era por otro lado. Pero el pájaro grande nunca le prestó atención, finalmente el pajarillo descendió y se fue volando.

 

Al cabo de una hora, el pajarillo volvió y encontró al pájaro grande todavía intentando hallar la salida. El pajarillo insistió en mostrarle la salida una vez más, pero solo le insistió por unos diez minutos. Luego descendió y se fue otra vez. Cinco minutos mas tarde volvió para gritarle al pájaro grande que se encontraba ya bastante cansado, el cual finalmente accedió a seguirlo y ambos se fueron volando.

—Luis Alberto Moreno

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