martes, 18 de enero de 2011

LEVANTATE

La trabajadora social Margaret Sangster contó a sus colegas que una vez vio a un muchacho joven en un barrio marginado que parecía poco más que un trozo de carne humana torcida. Lo había atropellado un auto varios meses atrás y no había recibido atención médica adecuada.

 

Aunque no era parte de sus casos, Margaret llevó al muchacho a un ortopeda, el cual lo operó de las piernas. Dos años después, el muchacho entró en la oficina de ella sin muletas. Su recuperación fue total. Margaret recordaba que cuando se abrazaron, ella pensó: «Si no logro nada más en mi vida, he hecho algo importante al menos con ésta.»

 

Luego dijo a sus colegas: «Esto pasó hace varios años. ¿Dónde creen que está el muchacho hoy?» Ellos dijeron que tal vez era maestro, médico o trabajador social. Profundamente afectada, Margaret contestó: «No, está en la cárcel por haber cometido uno de los crímenes más abominables que puede cometer un ser humano.» Y luego dijo: «Yo fui muy útil en enseñarle a andar de nuevo, pero nadie le enseñó en qué dirección debía andar.»

 

Nuestra misión es conducir personas a Jesús. Sólo a través de Él pueden disfrutar de integridad de vida aquellos que tienen cuerpos, sueños, hogares y corazones destrozados.

—HWR

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