Un ingenioso
filósofo chino (Lich Tse) contaba esta historia:
Una persona que
había perdido un hacha comenzó a sospechar del hijo del vecino. Disimuladamente
lo observaba sin quitarle ojo: el modo de caminar, el aspecto, su modo de
hablar, los movimientos... todo le parecía propio de un ladrón. No tenía la
menor duda.
Un día al ir a
tirar la basura al estercolero encontró el hacha perdida. Entonces al volver a
mirar al hijo del vecino: el modo de caminar, el aspecto, el modo de hablar,
los movimientos... todo le parecía propio de un gentilhombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario