Una vez le dijo la nariz a su dueño: «Estoy harto de tener que cargar esos anteojos para que los ojos puedan ver, de ahora en adelante me niego a cargarlos».
El hombre no queriendo ser injusto con la nariz le respondió: «De acuerdo, se hará como tú lo quieres». De tal forma que aquella persona dejó de usar anteojos, y un día al no poder ver bien sin los anteojos, tropezó y cayó de bruces. Con tan mala suerte que al caer, fracturó su nariz.
MORALEJA:
¿Quiénes somos nosotros para despreciar a otros? Muchas veces nos sentimos cargados o nos parece que cargamos cosas que no nos sirven de nada. Jesús dijo: El que me quiera seguir que tome su cruz y sigame.
Dejemos de quejarnos, no vaya a ser que no queramos hacer algo que es para nuestro propio bien.
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