Dale un beso. Un abrazo.
Da un paso en su dirección.
Aproxímate sin ceremonias.
Dale un poco de tu calor.
Da tu sentimiento.
Siéntate bien cerca.
Deja pasar el tiempo y quédate algún tiempo o mucho tiempo.
No cuentes las horas que das.
Aprende a dejar de lado la superficialidad.
Sueña el sueño, sin dudar.
Deja la risa salir. Libera una inmensa sonrisa.
Rasga el preconcepto.
Apunta un defecto con delicadeza.
Respeta una lágrima, o mil.
Escucha una historia o muchas, con atención.
Escribe una carta y envíasela a esa persona.
Irradia simplicidad, simpatía, energía.
Cuenta un cuento.
No invadas sus silencios, tienen un porqué.
Ayuda a resolver un problema.
Pregúntale a menudo: ¿Porqué? ¿Cómo estás? ¿Cómo ha sido hoy tu día? ¿Qué has hecho de bueno? ¿Qué hay de nuevo? ¿Necesitas algo? y presta atención.
Sugiere un paseo, un buen libro, una buena música o un programa de televisión.
Y no te asombres tanto si la persona más feliz en todo este cuento... eres TU.
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