Dos sapos cayeron en una lata de crema, Los lados de la lata eran altos y resbalosos, la crema era profunda y fría.
Oh, ¿qué voy a hacer? dijo el número uno, es el destino, no hay quién me ayude, adiós amigo, adiós mundo cruel!.
Y aún llorando, se hundió. Pero el número dos, de naturaleza más recia, chapoteó de sorpresa, y limpiándose la crema de la cara y secándose la crema de los ojos, dijo:
Por lo menos nadaré un poco, No significará nada para el mundo si un sapo más muere ahogado
Una o dos horas pataleó y nadó. Nunca se detuvo para lamentarse, sino que pataleó y nadó, y nadó y pataleó, hasta que salió arrastrándose por la mantequilla
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