lunes, 17 de enero de 2011

ESCUCHA DIOS

–Escucha Dios... yo nunca hablé contigo, hoy quiero saludarte... ¿Cómo estás?

–Tú sabes... me decían que no existes, y yo, tonto de mi, creí que era verdad.

–Yo nunca había mirado tu gran obra; y anoche desde el cráter que hizo una granada, vi tu cielo estrellado, y comprendí que había sido engañado.

–Yo no sé si tú, Dios estrecharás mi mano pero voy a explicarte y me comprenderás...

–Es bien curioso: En este horrible infierno he encontrado la luz para mirar tu faz.

–Después de esto, mucho que decirte tengo y no tan solo de haberte conocido.

–Pasada medianoche habrá ofensiva, pero no temo. Sé que tu vigilarás... ¿Oyes ya la señal? Bueno mi Dios, ya debo irme... me encariñé contigo... Aún quería decirte que como sabes, habrá lucha cruenta. Y quizás esta noche llamaré a tu puerta.

–Aunque nunca fuimos amigos... ¿Me dejarás entrar... si hasta ti llego?

–!Pero si estoy llorando¡ Ya ves, Dios mío. !Se me ocurre que ya no soy impío! Bueno, mi Dios, debo irme... Es raro... pero hoy, !Ya no temo a la muerte¡

 

Nota: Este poema fue hallado en el campo de batalla, en el bolsillo de la chaqueta de un soldado alemán en Kiel. Destrozado completamente por una granada. En la tumba de aquel soldado se lee esta inscripción "Aquí descansa con honor y gloria un soldado conocido solo por Dios".

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