sábado, 16 de abril de 2011

UNA MADRE DE CUATRO BRAZOS


Recuerdo, como si fuera hoy, los primeros años felices en nuestro hogar. Habíamos experimentado la alegría y la dicha del recibimiento del primer fruto: una hermosa niñita. Le celebramos su primer añito de vida con una fiestita y la clásica piñata. Pero ya venía en camino el segundo retoñito.


Al nacer nuestra segunda hijita, llegó nuevamente mi madre para ayudarme con la recién nacida y con su hermanita de 14 meses de edad. Cierto día las dos niñas estaban mojadas y molestas, y mi marido comentó: «En momentos como estos, pienso que Dios debió dar a las madres cuatro brazos, pues verdaderamente el cuidado de los bebés es problemático».

Mi madre le respondió, sonriendo: «Se los dio. Solo que dos de ellos los tiene el padre».

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