jueves, 20 de enero de 2011

AMISTAD

Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo–, dijo un soldado a su teniente.

 

Permiso denegado–, replico el oficial. –No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora mas tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.

 

El oficial estaba furioso: –¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame ¿Merecía la pena ir allá para traer un cadáver?.

 

¡Claro que sí, señor!, cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: ¡Estaba seguro de que vendrías!.

 

El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego de la herida sin esperar a que la llamen.

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