viernes, 7 de enero de 2011

LA MIRADA DE DIOS

Este era un joven que había caído en el libertinaje sexual. En un bacanal lo drogaron y estuvo a punto de perder la vida. Se sentía vacío, miserable. Experto en amores, no conocía el amor. Siempre se había burlado de ese sentimiento "ciego", asegurando que solo era para mujeres y bobos idealistas; no obstante, ya no quería burlarse, ya no podía hacerlo.

 

Cuando estuvo cerca de la muerte se percató de su profunda soledad. Estaba harto de pornografía, masturbación y aventuras rápidas. Deseaba contar con alguien a quien respetar y amar honestamente, con quien compartir los momentos alegres y los tristes, con quien permanecer juntos en la adversidad, a quien brindar una frase de consuelo, de ánimo, de apoyo. Ansiaba conocer a una mujer a quien entregar el alma y el corazón sin condiciones, sin fingir más; Sobre todo, una mujer dispuesta también a entregarle también su alma y no solo su cuerpo...

 

Pero, ¿como conocer a alguien así?, ¿Dónde hallarla?, ¿Y si la encontraba, como ganar su respeto?, ¿Cómo lograr que una chica con valores elevados lo amara?, ¿Cómo cambiar su pasado?, ¿Cómo eliminar de golpe los profundos surcos de su mapa sexual?, ¿Cómo hacer "cuenta nueva" en una vida tan lastimada?. Pensó en acudir a un psicólogo, pero desistió.

 

Ningún consejero comprendería el dolor que sentía. Era algo tan profundo, tan íntimo, tan suyo, que solo Dios lo entendería.

 

¿Dios?

 

En su habitación busco hablar con Él, pero le fue imposible. Era mucho el daño causado a tantas chicas, el cariño fingido a cambio de placeres genitales; había dado tantas veces la espalda al amor verdadero, había negado a Dios, se había burlado de la religión. ¿Cómo podía orar alguien como él?. Se sentía vacío y miserable.

 

Pensó en salir de la habitación y hablarle a cualquier chica para pasar con ella esa noche, pero apenas comenzó a marcar el teléfono, sintió asco y colgó. La idea del suicidio lo tentó. Fue al librero en busca de una navaja. Comenzó a arrojar objetos al suelo. La soledad lo asfixiaba. De pronto se detuvo. Frente a él se encontraba un voluminoso Libro negro. Una Biblia vieja y polvorosa. Nadie de su casa la había abierto en años. Durante mucho tiempo la uso para sustituir una de las patas de su cama en la que tenia relaciones sexuales con mujeres. Tomó el libro en sus manos y le dio un par de golpecitos.

 

Una nube de polvo se tosió. Abanicó con la mano el aire y se acercó lentamente a la silla vieja que había servido de escalón para ciertas posiciones sexuales con sus compañeras más desinhibidas. Todo a su alrededor le recordaba lo indigno que era.

 

Estaba hundido en el fango. Abrió la Biblia por primera vez en su vida. Al azar. Frente a él apareció un pasaje del evangelio donde Pedro negaba al Señor. Una, dos veces, y el momento en que por tercera vez gritaba: "¡No lo conozco, no sé de quien me hablan, déjenme en paz!" Jesús pasaba por ahí y oyó a Pedro. Entonces Pedro al ver su mirada, salía corriendo y rompía a llorar abiertamente.

 

Cerró la Biblia y se preguntó: ¿Cómo habrá sido la mirada de Jesús hacia Pedro?, ¿Habría reproche en ella?, ¿Habría amenaza, enojo, frustración?, ¿Qué le habría querido decir con los ojos?, Tal vez "Te advertí que me negarías" o "¿Ya lo ves? Eres un traidor". ¿Por eso salió corriendo Pedro y lloró?. Tenía miedo de ver a Dios a la cara. Suponía que, al hacerlo, Dios le reclamaría exigiendo cuentas.

 

¿Qué más daba? Igual que Pedro, ¿qué más podría perder? Al fin se atrevió y levanto la vista con humildad, con el alma quebrantada, con el espíritu sediento de perdón. Un escalofrío recorrió su cuerpo al entender que Dios lo miraba... pero no con odio, no con coraje, no con reclamo. Los ojos del Señor estaban exentos de reproche o exigencia. Se limitaban a decirle, en silencio, lo que en silencio, seguramente, le habían dicho a Pedro:

 

"TE AMO."

 

Se puso de pie. Quiso protestar. "Pero, ¿Cómo puedes amarme, si yo he hecho tanto daño, si he fingido amor, si he lastimado a muchas chicas?", "¡Calla!", le contestó Dios, "Ya no me acuerdo de eso", Levantó la cara despacio. Se quedo mirando fijamente y ahí seguía el mismo mensaje...

 

"TE AMO"

 

Entonces, igual que Pedro, salió corriendo y lloró amargamente. Fue un morir y volver a nacer. Una dolorosa cirugía espiritual que lo convirtió en un hombre nuevo. Su mapa psicosexual comenzó a limpiarse.

 

·               "Mientras los jóvenes sigan buscando solo placeres para vivir, seguirán vacíos, dando tumbos, sufriendo, como sedientos en el desierto."

·               "La arrogancia y el orgullo forman la única barrera capaz de separarnos del amor del creador."

·               "Si el sexo es un regalo de Dios para el matrimonio, es fácil comprender porque los jóvenes libertinos rechazan a Dios con tal vehemencia: han tomado su regalo por anticipado. Es como si un padre prometiera el obsequio de bodas más extraordinario a su hijo amado y este, impaciente, lo hurtara para gozarlo antes de lo pactado. Seguramente el padre perdonaría el robo, pero el chico, en cambio, no sería capaz de volver a mirar a su progenitor a la cara".

—Tomado del libro "Juventud en éxtasis 2"

—Cuahutemoc Sánchez.

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